En México hay media docena de palabras para referirse a los informantes de los cárteles del narcotráfico. Y el doble para aludir a las muertes relacionadas con el tráfico de drogas.
Hay decenas de términos para aludir a quienes mueren por la violencia, dependiendo de si sus cadáveres se encuentran envueltos en una frazada ("encobijados"), metidos en el maletero de un auto ("encajuelados") o asfixiados con cinta adhesiva ("encintados").
En la prensa y en el hablar cotidiano en México, suele ahora incluirse la palabra "narco" como prefijo de muchas palabras. Se habla de "narcofosas" para referirse a los lugares donde los cárteles entierran a sus víctimas; de "narcomantas", para describir los mensajes amenazantes dejados por la delincuencia organizada en una tela que cuelga de muros o puentes, y de "narcotienditas", para hacer mención a los lugares pequeños que venden drogas al menudeo. En caso de que esos establecimientos ofrezcan también heroína, se les llama "picaderos".
Los asesinatos a sueldo son "trabajos", se le dice "levantón" al acto de secuestrar y matar a alguien y se conoce como "ajuste de cuentas" a los asesinatos de narcotraficantes a manos de pandillas rivales.
Se conoce como "halcón" a un informante de la mafia, frecuentemente un taxista que opera sin permiso y sigue a los blancos de un futuro atentado por las calles de la ciudad. Los informantes que están apostados en alguna calle o esquina reciben un nombre diferente, "postes" o "estafetas". Las "ventanas" son informantes que caminan por las callas y marcan las casas de los blancos de algún ataque, colocando una hoja volante o pintando una señal en un muro.
Algunos mexicanos están aterrorizados de la banda de los Zetas, a la que se culpa de algunos de los actos más atroces en el país, incluidas las matanzas de 144 personas en el estado nororiental de Tamaulipas. El temor es tanto, que muchos se refieren a este grupo de manera velada como "La última letra" o simplemente "La letra".
Y las bandas del narcotráfico han rebasado por mucho la capacidad léxica para describir sus atrocidades. En una de las divulgadas más recientemente, han arrancado las caras a sus víctimas y las han colocado en postes o cosido a balones de fútbol.
No hay todavía una palabra que describa eso.
Fuente: Yahoo.com
Hay decenas de términos para aludir a quienes mueren por la violencia, dependiendo de si sus cadáveres se encuentran envueltos en una frazada ("encobijados"), metidos en el maletero de un auto ("encajuelados") o asfixiados con cinta adhesiva ("encintados").
En la prensa y en el hablar cotidiano en México, suele ahora incluirse la palabra "narco" como prefijo de muchas palabras. Se habla de "narcofosas" para referirse a los lugares donde los cárteles entierran a sus víctimas; de "narcomantas", para describir los mensajes amenazantes dejados por la delincuencia organizada en una tela que cuelga de muros o puentes, y de "narcotienditas", para hacer mención a los lugares pequeños que venden drogas al menudeo. En caso de que esos establecimientos ofrezcan también heroína, se les llama "picaderos".
Los asesinatos a sueldo son "trabajos", se le dice "levantón" al acto de secuestrar y matar a alguien y se conoce como "ajuste de cuentas" a los asesinatos de narcotraficantes a manos de pandillas rivales.
Se conoce como "halcón" a un informante de la mafia, frecuentemente un taxista que opera sin permiso y sigue a los blancos de un futuro atentado por las calles de la ciudad. Los informantes que están apostados en alguna calle o esquina reciben un nombre diferente, "postes" o "estafetas". Las "ventanas" son informantes que caminan por las callas y marcan las casas de los blancos de algún ataque, colocando una hoja volante o pintando una señal en un muro.
Algunos mexicanos están aterrorizados de la banda de los Zetas, a la que se culpa de algunos de los actos más atroces en el país, incluidas las matanzas de 144 personas en el estado nororiental de Tamaulipas. El temor es tanto, que muchos se refieren a este grupo de manera velada como "La última letra" o simplemente "La letra".
Y las bandas del narcotráfico han rebasado por mucho la capacidad léxica para describir sus atrocidades. En una de las divulgadas más recientemente, han arrancado las caras a sus víctimas y las han colocado en postes o cosido a balones de fútbol.
No hay todavía una palabra que describa eso.
Fuente: Yahoo.com
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