Mi hijo y sus colegas han analizado detenidamente su situación y se han resignado a morir si es necesario. Él me dijo que ellos asumieron que probablemente todos mueran de enfermedad por radiación en el corto plazo o cáncer en el largo".
La confesión corresponde a la madre de uno de los 300 "samurai" que trabajan contrarreloj en controlar la situación de los reactores nucleares de la central nuclear nipona de Fukushima.
La mujer confesó que su hijo y el resto de los operarios concluyeron que su única posibilidad es el fallecimiento, debido a la alta exposición a dosis letales de radiación, que ayer superaba en 10 mil veces el límite normal.
"Ellos definieron entre ellos que es inevitable que algunos pueden morir en cuestión de semanas o meses. Dicen que la alta radioactividad está en todas partes", cuenta la mujer, que habló bajo condición de anonimato, debido a que los trabajadores pidieron a sus familiares no hablar con la prensa.
"Llorar es inútil. Si estamos en el infierno ahora todo lo que se puede hacer es trepar hasta el cielo. Por favor, tengan cuidado con la fuerza oculta de la energía nuclear. Me aseguraré de que vayamos a recuperarnos", reza uno de los correos.
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