miércoles, 20 de febrero de 2013

En Bulgaria cae el gobierno


Cada gota de sangre que cae es una mancha para nosotros. No participaré en un Gobierno bajo el cual la policía pega a la gente”. Con estas palabras, el primer ministro búlgaro ha anunciado este miércoles su dimisión y la de su Gobierno. El conservador Boiko Borisov no ha podido aguantar la presión de ocho días consecutivos de manifestaciones por el precio de la energía, que en el último año se ha disparado. Las protestas de los últimos días fueron ganando en agresividad y se extendieron por todo el territorio de un país cuyo salario medio es de 350 euros y con unas pensiones que rondan los 75. De poco sirvió a Borisov ofrecer a última hora la cabeza de su ministro de Finanzas, que redujera las tarifas energéticas en un 8% o que anunciara represalias contra las distribuidoras de electricidad.
No solo se van Borisov y todos sus ministros. El hasta ahora líder indiscutido del país pidió que su partido de centroderecha, Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB, en sus siglas búlgaras), no participe en el Gobierno provisional que se forme hasta las próximas elecciones. Fuentes diplomáticas apuntan que estos comicios podrían tener lugar en mayo o junio, tan solo uno o dos meses antes de las que ya estaban previstas antes del anuncio de Borisov.
Cuando la Asamblea Nacional acepte hoy la dimisión en bloque, el jefe de Estado, Rosen Plevneliev, deberá elegir un Gobierno técnico que dirija el país los próximos meses. Pese a que Borisov —un antiguo guardaespaldas que llegó al poder en julio de 2009 con la promesa de acabar con los trapicheos y aumentar el nivel de vida del país más pobre de la UE— ha caído por el precio del gas y la electricidad, insoportable para una gran parte de la población, las medidas de austeridad y los escándalos de corrupción también habían aumentado el malestar popular.
El búlgaro es solo uno más de los innumerables Gobiernos que han caído en los últimos cuatro años arrastrados por la crisis europea, pero en este caso no ha perdido el poder tras unas elecciones ni por la presión internacional, sino por unas protestas callejeras en las que eran frecuentes los gritos de “mafia” contra la clase política.
Pese a contar con unas cifras macroeconómicas envidiables —un déficit del 2% del PIB y una deuda del 16%—, la congelación de salarios y pensiones y las subidas de impuestos habían encolerizado a una población con una renta per cápita inferior a la mitad de la UE. La rabia búlgara podría contagiarse a otros países de Europa del este, como Eslovenia, donde las calles también se han llenado de manifestantes que presionan al débil Gobierno conservador.

“Borisov tiene un instinto de supervivencia a prueba de bombas; y esto es lo que le ha llevado a dimitir”, aseguró este sociólogo a la agencia búlgara BTA. La oposición socialista, sucesora de los antiguos comunistas y que aboga por bajar impuestos y subir salarios, tendrá en las próximas elecciones la posibilidad de recuperar el poder, pese a que antes de la ola de protestas multitudinarias las encuestas seguían dando como favorita a la formación conservadora del primer ministro.Las protestas de los búlgaros alcanzaron su punto álgido el pasado domingo, cuando participaron unas 100.000 personas en 35 ciudades. El martes se saldaron con 25 detenidos, 10 heridos y numerosos daños materiales en Sofía. “No voy a cambiar mi decisión de dimitir bajo ninguna circunstancia. No construyo carreteras para que se derrame sangre sobre ellas”, dijo el primer ministro, que comenzó su carrera como guardaespaldas del dictador comunista Todor Zivkov. Aunque analistas como Zhivko Georgiev consideran que el líder búlgaro no se va por sus convicciones democráticas, sino que tan solo ha elegido el mal menor.
“Con nuestras acciones de hoy, hemos demostrado al mundo el nivel de nuestro desarrollo democrático”, dijo el presidente en un comunicado, en el que recordó que ahora “lo más importante” es que tanto los políticos como los ciudadanos actúen “de forma tranquila y sensata”.
El paro en el país más pobre de la UE está aún muy lejos de los máximos que alcanzó en los años noventa del siglo pasado, después de la caída del comunismo, pero ha aumentado hasta rozar el 12%. Bulgaria, un país de siete millones de habitantes, ha visto cómo millones de conciudadanos han emigrado ante la falta de perspectivas.
Fuente: elpais.com 20.02.2013

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