lunes, 7 de mayo de 2012

Testimonios de ejecuciones sumarias en Siria.


“Los soldados le habían esposado las manos detrás de la espalda. No le golpearon delante de mí, pero vi que tenía un moratón en el ojo. Intenté mantenerme tranquila y cordial con los soldados para que lo pusieran en libertad.Pasaron alrededor de 15 minutos en la casa, preguntándole sobre armas y buscando por todas partes. Creo que estaban buscando dinero. No le dije adiós para no ponerle triste. Él tampoco dijo nada. Cuando se fueron, los soldados dijeron que debía olvidarme de él”.
–La madre de Mohammad Saleh Shamrukh, líder de las protestas de Saraqeb, que fue ejecutado sumariamente por las fuerzas de seguridad sirias el 25 de marzo de 2012
“Los soldados nos pusieron a los cuatro de cara a la pared. Primero le preguntaron a Awad dónde estaban sus hijos armados. Cuando Awad dijo que era un anciano y que no tenía ningún hijo con armas, le dispararon tres veces con un Kalashnikov. Después le dijeron a Ahmed que aparentemente 25 años de cárcel no habían sido suficientes para él. Cuando no dijo nada, le dispararon. A continuación dispararon a Iyad sin ninguna pregunta y se cayó sobre mi hombro. Me di cuenta que había llegado mi turno. Dije que no hay otro dios que Alá y Mohammed es el profeta y no recuerdo nada más”.
– Mohammed Aiman Ezz, un hombre de 43 años al que las fuerzas gubernamentales dispararon tres veces en la espalda y en el cuello en un intento de ejecución de cuatro hombres en Taftanaz el 4 de abril. Fue el único superviviente
“Sabía de corazón que eran mis muchachos [mi hijo y mi hermano], que los habían matado. Salí corriendo y a unos 50 metros de la casa había nueve cuerpos, cerca de la pared. Todavía había francotiradores en los tejados y teníamos que movernos muy despacio y usar linternas. Apunté mi linterna al primer cuerpo y después al segundo: no eran Uday o Saed. A continuación, pedí ayuda a los vecinos, y encontramos a los dos. Saed todavía tenía las manos atadas a la espalda. La gente me contó después que Uday y Saed habían sido ejecutados en ese lugar, y que los otros siete eran combatientes del Ejército de Liberación de Siria (ELS) que habían traído de otros lugares. Uday tenía heridas de bala en el cuello y la nuca; Saed en la espalda y el cuello”.
–“Heba” (no su nombre real), madre de Uday Mohammed al-Omar de 15 años y hermana de Saeed Mustafa Barish de 21 años, ambos ejecutados por las fuerzas de seguridad en Saraqeb el 26 de marzo de 2012
“El tanque estaba en la carretera principal, tan sólo a diez metros de la casa. De repente, dispararon cuatro proyectiles, uno tras otro, contra la casa. Estaba en la casa de al lado, con mi madre y seis niños. La explosión nos arrojó a todos en el aire, y no pude ver ni oír nada durante 15 minutos. Después fuimos a la habitación que había recibido los impactos. Una de las paredes tenía un agujero enorme, de alrededor de 1.5 metros de diámetro, y la pared de enfrente estaba totalmente destruida. Encontramos a Ezzat entre los escombros; sólo podíamos ver sus dedos y parte de su zapato. Es un milagro que su esposa y su hijo salieran ilesos. Estaban en la misma casa, pero se fueron a la cocina cuando los proyectiles hicieron impacto. Sacamos a Ezzat, pero no pudimos salvarle. Tenía el pecho aplastado y le salía sangre de la boca y los oídos”.
–“Rashida” (no su nombre real), una familiar de Ezzat Ali Sheikh Dib, de 50 años, que murió cuando los soldados dispararon proyectiles contra su casa en Saraqeb el 27 de marzo de 2012
“Me apuntaron con un Kalashnikov [fusil de asalto] a la cabeza y nos amenazaron con matarnos a todos si mi esposo no venía a casa. Los niños empezaron a llorar. Entonces un oficial le dijo a un soldado que trajera gasolina y le dijo a los niños que iba a quemarles igual que a su padre porque era un terrorista. Cuando el soldado regresó con algún tipo de líquido –no parecía gasolina– lo vertieron en tres de las habitaciones mientras estábamos en la sala. Queríamos salir de la casa, pero los soldados no nos dejaron. Mis hijas pequeñas estaban llorando y suplicando que nos dejaran ir. Estábamos aterrorizados. Finalmente, nos dejaron salir de la casa, pero me asusté aún más cuando vi todos los soldados y tanques en la calle”.
–“Salma” (no su nombre real), cuya casa en Taftanaz fue incendiada por los soldados el 4 de abril, junto con las casas de sus cinco cuñados
“Me metieron en el coche esposado y me tuvieron ahí todo el día hasta las siete de la noche. Les dije: ‘Soy un anciano, dejénme ir al baño’, pero me golpearon en la cara. Después me llevaron a las oficinas de la Seguridad del Estado en Idlib y me pusieron en una celda de 30 metros cuadrados con alrededor de un centenar de detenidos. Tuve que dormir en cuclillas. Solo había un retrete para todos. Me llevaron al interrogatorio cuatro veces, y cada vez me preguntaron por qué algunos de mis familiares se habían unido al ELS. No lo negué, pero les dije que no podía hacer nada para controlar lo que hacían mis familiares. Me abofetearon muchas veces”.
– “Abu Ghassan” (no su nombre real), un hombre de 73 años detenidos en una de los municipios del norte de Idlib que estuvo recluido durante 18 días
 

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