La iraní Ameneh Bahrami, deformada y ciega tras ser atacada con ácido por un pretendiente desairado, renunció en el último momento a aplicarle el controvertido castigo previsto para hoy, que consistía en cegarlo también con ácido, informó la televisión estatal iraní IRIB.
La mujer de 32 años, cuyo caso dio la vuelta al mundo, informó a la agencia de noticias ISNA de su decisión. "Lo he hecho por diversos motivos: por Dios, por mi país y por mí misma". Su familia tampoco quería esa venganza. "He luchado durante siete años para que se llevara a cabo ese castigo 'ojo por ojo', pero ahora me siento liberada de que no haya ocurrido". Bahrami recibirá apoyo del Estado iraní para su tratamiento médico.
Un hombre volcó ácido contra el rostro de Bahrami en 2004 después de que ésta se negara a casarse con él. Según la ley islámica, se permite el principio del "ojo por ojo" para que las víctimas puedan infligir a sus atacantes el mismo sufrimiento. Bahrami recibió el derecho en una sentencia en 2008 para cegar a su atacante, previamente sedado, con gotas de ácido en los ojos.
Entre lágrimas, el atacante, Mayid Mowahedi, que ya estaba preparado para el castigo en su cama del hospital cuando le anunciaron la decisión, dijo a la televisión estatal que no había esperado esa medida de gracia. "Le doy las gracias por su generosidad y me arrepiento en lo más profundo de mi horrible acto".
La familia de Bahrami también se mostró aliviada. "Esto traerá más paz a mi hija que la venganza", dijo su padre.
Irán saludó también la decisión de la víctima. "Fue muy valiente por su parte", dijo el fiscal general Abbas Yafari Dolatabadi. Mowahedi "seguirá en prisión hasta que se pague una indemnización", dijo Dolatabadi sin precisar la cuantía. Bahrami anunció que hasta el momento pagó 150.000 euros para su tratamiento y que pedirá al menos esa cantidad.
Bahrami vive hasta ahora de la venta de su libro "Ojo por ojo", publicado por la editora mvg de Múnich, así como del dinero que le dieron por conceder entrevistas.
El cambio en el caso sorprende. En mayo, Bahrami se declaró dispuesta a hacerlo, lo que desató un gran revuelo mediático. Después dijo que renunciaría a ello a cambio de dos millones de euros. La Justicia iraní le dio la razón, pero después le pidió que no llevara a cabo el castigo, por las críticas internacionales que desencadenó.
La editorial aseguró que Bahrami le dijo que había tomado la decisión hace siete años y que no se dejó presionar por Irán, pero su abogado aseguró no saber nada. "No sé nada, porque Ameneh quería sin duda llevar a cabo la sentencia y puso condiciones a una renuncia", dijo Ali Sarafi a ISNA, sin dar detalles.
Bahrami dijo que no recibió ni un céntimo de nadie ni tampoco indemnización alguna y que con su exigencia de dinero lo que quiso era comprometer a las organizaciones de derechos humanos para mostrar que no prestan ayuda en casos concretos.
Bahrami vive en España, donde recibe tratamiento médico. Pese a varias operaciones, está totalmente ciega de un ojo y perdió casi totalmente
Fuente.latercera.com
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