En los casos documentados por Human Rights Watch, al menos 85 víctimas eran residentes sirios que no tomaron parte en los combates, entre ellos mujeres y niños. El informe describe en detalle varios casos de ejecuciones masivas de civiles, como el asesinato el 11 de marzo de al menos 13 hombres en la mezquita de Bilal en Idlib, la ejecución el 3 de marzo de al menos 25 hombres durante una operación de búsqueda y detención en el barrio Sultaniya de Homs, y el asesinato el 11 y el 12 de marzo de al menos 47 personas, principalmente mujeres y niños, en los barrios de Homs de `Adwiyya, Karm al-Zaytoun, y Refa` i
En estos casos las fuerzas de seguridad sirias, que operaban solas o junto con milicias progubernamentales conocidas como Shabeeha, capturaron y ejecutaron a personas que trataban de escapar cuando el ejército tomó control de sus pueblos, asesinaron a tiros o a puñaladas a personas en sus hogares mientras las fuerzas de seguridad entraban a las ciudades capturadas, o ejecutaron a residentes detenidos mientras realizaban registros domiciliarios.
Por ejemplo, Louai, un residente que se quedó en el barrio Baba Amr de Homs después de que el ejército tomara control del mismo, describió la ejecución de su hermano y cuatro de sus vecinos el 2 de marzo. Louai, quien nos pidió que no utilizáramos su nombre verdadero por temor a represalias, dijo que primero miembros del ejército entraron a la casa de sus vecinos, sacaron arrastrando a los cuatro hombres que encontraban dentro, y los mataron a cuchilladas en frente de sus familias. Los soldados llegaron a la casa de Louai y, cuando él y su hermano levantaron las manos, les dispararon a los dos, hiriendo a Louai y matando a su hermano.
Human Rights Watch también documentó las ejecuciones de al menos 16 combatientes de la oposición, contra quienes las fuerzas de seguridad sirias dispararon a quemarropa después de que estos fueron capturados o resultaron heridos y ya no se encontraban en combate. Los casos causaron preocupaciones de que el Ejército pudiera haber adoptado una política, oficial o extraoficial, de no tomar prisioneros.
Un combatiente de la oposición de Kafr Rouma en la gobernación de Idlib describió a Human Rights Watch la ejecución de combatientes de su unidad a inicios de marzo:
Uno de los combatientes resultó herido en la pierna derecha por el fuego de una ametralladora. Estaba tendido en la calle y no pudimos rescatarlo ya que el ejército estaba disparando y atacando nuestra posición. Luego se acercó un tanque, unos 15 soldados con uniformes militares rodearon a nuestro compañero y comenzaron a insultarlo y darle patadas. Nos gritaban que teníamos que rendirnos o lo iban a matar. Luego le pusieron un paño negro alrededor de sus ojos, lo esposaron, y uno de ellos le disparó con un [rifle de asalto]. Cuando se fueron, lo enterramos en el cementerio de la aldea.
La legislación internacional de derechos humanos prohíbe de manera inequívoca las ejecuciones sumarias y extrajudiciales. En situaciones de conflicto armado en donde se aplica el derecho internacional humanitario, los combatientes son blancos legítimos si están tomando parte en las hostilidades. Pero matar deliberadamente a heridos, a personas que se han rendido, o a soldados capturados constituiría un crimen de guerra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario