Casi nadie creyó el dolor de las egipcias Salwa Husseini y Rasha Azeb. Los hechos que narraban las dos jóvenes sucedieron en Tahrir el 9 de marzo, unas semanas después de la caída del dictador.
Los uniformados que prometieron proteger el alma de la revolución desalojaron la plaza y 18 egipcias, que habían participado la víspera en el Día Internacional de la Mujer, fueron detenidas, golpeadas y sometidas a descargas eléctricas. De ellas, 17 fueron amenazadas con cargos de prostitución y obligadas a someterse a pruebas de virginidad.
"La jóvenes no eran como su hija o la mía. Habían acampado con manifestantes varones en Tahrir y encontramos cócteles Molotov y drogas en sus tiendas de campaña", declaró este martes un general desde el anonimato a la televisión estadounidense CNN. El militar admitió que las fuerzas armadas obligaron a las detenidas a una prueba médica para certificar su virginidad y defendió una práctica que Amnistía Internacional considera una forma de tortura cuando se obtiene por coacción.
A su juicio, las pruebas se efectuaron para impedir que las mujeres pudieran denunciar que habían sido violadas por las autoridades. "No queríamos que dijeran que las habíamos asaltado sexualmente o violado, por lo que debíamos demostrar desde el principio que no eran vírgenes", agregó el general. Y apostilló: "Ninguna de ellas lo era".
Fuente: elmundo.es
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