El padre Karadima, de apellido nada de chileno, ha tenido un ataque de amor a la patria y ha manifestado, con voz meliflua y bajita, que le encanta toda la comida de este país desde chiquitito, pero la que más le apetece, pero a escondidas y con la luz apagada, son los mentados "niñitos envueltos" que se comía en su monasterio y que tantos recuerdos le traen hasta hoy. Desafortunadamente, hoy no le sirven este manjar de la cocina chilena por culpa de un Papa poco comprensivo que decidió ponerlo a dieta bajo pena de excomunión.
¡Qué lata...ya uno no puede comer lo que quiere!
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